lunes, 14 de junio de 2010

Aire dentro de una burbuja

Hoy me siento como el aire dentro de la burbuja.
Con esa liviandad, esa necesidad de volar y
esa certeza de envase pronto a caducar.

Recluida, pero parte del todo. Vista no más que como el cuerpo que me envuelve.

La gente en este mundo no ve el aire dentro de las burbujas solo ven burbujas.

Solo ven burbujas.

Siento que al explotar mis paredes pasaré a ser parte del todo que fui antes de ser yo. Me perderé en él y quizás volveré a nacer.

Al igual que el viento, las masas me moldean, me mueven, me empujan. ¿Quién quiere hacerme volar? ¿Quién será la brisa que me lleve a recorrer el mundo?

Este envase que yo no elegí dice mas de mi que mis propias palabras. Frágil, liviana, redonda, vulnerable, y tan herméticamente cerrada. Hasta al tocarse las burbujas, el aire dentro de ellas no se mezcla. Siempre una membrana nos separa. La esencia es invisible pero constitutiva. Nunca cambia nunca aumenta ni disminuye. No se multiplica ni se divide, es.

¿Quien pudiera ser aire dentro de un globo o una pelota? De paredes elásticas, mazisas, protegida siempre por el plástico o la fuerza del cuero tejido. Capaz de rellenarse, de mutar, de escapar. Capaz de filtrase por la costuras con la seguridad de que alguien lo va a notar y nos va a soplar otra vez adentro para que continuemos siendo lo que éramos.

Me siento infinita pero tan limitada.
Sin voluntad, sin peso. sin rumbo.
A merced de quien me deje en paz dentro de mi burbuja. A la espera de alguien que note que dentro de cada burbuja hay aire. Quien vea mas allá sople fuerte cuando me vea pasar. Aún no conocí el cielo y es muy temprano para explotar.





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