sábado, 10 de julio de 2010

Espero no sea demasiado...

Baja la indiferencia mientras sube la adrenalina de pensar que quizás en algún recoveco de la larga lista de que haceres del destino este escrito que vos y yo vamos a comer lasaña vegetariana todos lo martes a la noche mientras vemos una de las películas de la interminable lista de películas que decidimos ver antes de que la edad nos tome por sorpresa y nos obligue a usar anteojos hasta para hacer el amor.

Tu tuc, tu tuc, tu tuc, escucho el pulso del corazón que da cuerda a la maquina de hacer ideas que llamamos cabeza al mismo tiempo que el aire entra por mi nariz para intentar dilatar aunque mas no sea por un segundo el nudo que no parece poder desatarse a la altura del pecho donde si dios y alá quieren te despertaras todos los domingos para charlar conmigo sobre el sueño que tuviste esa noche donde por fin entendías el porque de las cosas que a veces nos angustian tanto.

Mis dedos que hace segundos soñaban con tomar tu mano ahora tipean des enfrenados en el afán de hacer llegar esta que no es una carta de amor sino una carta al amor a los oídos/ojos del alguno que empatize con la desolación de alguien que ya esta subida en el tren de la irracionalidad con destino a la pared mas próxima sin frenos y sin intenciones de bajar ya que volando se siente en casa y el anden esta demasiado aferrado a la tierra como para ofrecer ningún tipo de consuelo.


Frases que no paran, que no frenan, pensamientos que no avisan que van a salir, casi imposibles de detener. Como el tren. Solo que de ellos a veces quisiera bajarme. Bueno, del tren también.

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