sábado, 10 de julio de 2010

En un día como hoy

Las vela se iban prendiendo una a una mientras el viento hacia un gran esfuerzo por no apagarlas. El frío venció al sol e invadió la piel de los que aún se reusan a ponerse campera en pleno Julio. El escenario no era muy distinto al de cualquier otro Sábado, pero yo si. Corrían dentro mío las ansias de un niño el viernes a la tarde, justo antes de que toque el timbre del último día de clases. Me sentía como cuando a los 8 años con mis hermanos decidimos mandar una carta a Susana y al mismo tiempo que Susana llamó sonó el teléfono de casa. Igual de infundamentada era mi alegría. Igual de pocas mis probabilidades.
Aún así, sentí que algún sentido tenía todo este sentimiento.

En un día como hoy saque boleto para el tren con destino a la pared y lo tomé.

Una vez mas llena de moretones me largue a volar sin pensar en la caída.

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